2.03.2009

Realmente no sé qué sucede, mejor dicho, no sé qué te sucede. La situación se ve tan diferente a la de aquella llamada, aquel día. Se pasó de esas ansias, ese ya no puedo esperar, y esas ganas de, a esta indiferencia (que más que indiferencia es una completa ausencia). Y el problema de tu ausencia es que te tengo que ver, tenemos asuntos pendientes. Intuyo que estás sentido conmigo por el pequeño detalle de la semana pasada, pero vamos, no es para tanto. Sobre todo si ya te mandé ese mensaje...te dije que esperaba que hoy te dejaras ver, pero no. Tu ausencia, tu falta de comunicación, despertaron en mí una desesperación nada linda y una necesidad nicotínica que, con lo que cuesta quitarla, no es buena.

Aparece...

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